Con el fin de llamar la atención
del gobierno en Moscú, los ciudadanos de una pequeña aldea rusa lanzaron una
iniciativa cambiando su nombre Bungur, a “Siria”. Su razonamiento es que Rusia
ha invertido decenas de millones de dólares en Oriente Medio, por lo que
seguramente pueden ahorrar algunos rublos para Siria, que queda un poco más
cerca de casa.
Bungur está en estado de deterioro desde hace tiempo, y las
cosas siguen empeorando. Las carreteras están dañadas, el suministro de
electricidad y agua se apaga intermitentemente, y los servicios de salud son
inexistentes. Si bien este tipo de quejas no es inusual para las pequeñas
comunidades rusas, la forma en que esta aldea trata de lidiar con la situación,
ha sorprendido bastante.
“No tenemos
esperanza”, dijo Sergei Zhavronkov, residente de Bungur, uno de los líderes
detrás de la iniciativa del cambio de nombre. “Lo único que queremos es
cambiarle el nombre a Bungur como Siria. Luego aplicaremos a la Federación Rusa
para ayuda humanitaria”.
“No
estoy bromeando, hablo completamente en serio. Esperamos que en lugar de Bungur
seamos República Árabe Siria. Invitaremos a algunos árabes. El gobierno está
ayudando a Siria y la destrucción aquí es tan terrible como lo es allí. Pero no
recibimos ninguna ayuda”.
Este
movimiento de cambio de nombre se produce después de que los lugareños lucharan
para lograr que la aldea fuera reconocida por los funcionarios durante décadas.
“Trabajé
en una granja colectiva en el período soviético”, dice un lugareño. “Vimos al
secretario del comité regional y a los otros peces gordos tres veces al año.
Vinieron para la siembra, el henificado y la cosecha. Podías preguntarles lo
que quisieras. Ahora no hay un solo diputado en la administración local de
Bungur”.
Para
poner en perspectiva cuán malas son las cosas en Bungur, el pueblo ni siquiera
tiene una escuela; en cambio, los niños deben tomar un autobús a los
asentamientos cercanos. Debido al mal estado de la única carretera que conecta
Bungur con el resto de Rusia, los lugareños temen que algún día los autobuses
simplemente dejen de llegar.
“Tuvimos
una escuela, pero la “optimizaron””, dice Sergei. “Tuvimos una biblioteca, pero
está cerrada. Todo lo que dejaron fue un consejo municipal y un monumento a los
caídos en la Segunda Guerra Mundial. No hay nada aquí. Solo un cementerio”.
Fuente: Periodismo.com